Marshal Law. 1-6

Guión: Pat Mills.

Dibujo: Kevin O’Neill.

Cómics Forum, Epic Presents. 1-6. 250 Pesetas (c/u).

Marshal Law 1-6. (X/87) (II/88) (IV/88) (VIII/88) (XII/88) (IV/89). Epic Comics.

Cuando para uno Kevin O’Neill, en vez de ser el dibujante de La Liga de los Hombres Extraordinarios, es el creador de Marshal Law es hora de asumir que se es mayor. Eso y escuchar los discos enteros.

Si este tebeo se hubiese publicado en la actualidad tendríamos a una legión de hipsters hablando de la deconstrucción del héroe mientras realizan 70 fotos de un frapuccino del Starbucks para publicarlas en Instagram pero como en 1987 cuando apareció esta serie no existía la interné nos evitamos esto y que los autores nos intentaran vender la moto con lo trasgresores y epatantes que eran.

Por el contrario, la creación de la serie fue de lo más normal, Kevin O’Neill le presentó a Pat Mills el diseño de un personaje que en palabras de este tenía «aspecto de un completo fascista y también parecía un superhéroe porque llevaba máscara«. Así que el bueno de Pat se dijo si no podía abortar el asunto de forma lateral y convertirlo  en un tipo que persiguiera superhéroes y así dar rienda suelta a su fobia a estos.

Porque Pat Mills odia a los superhéroes, y se nota.

Mucho.

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Pat Mills, además de tener miedo y asco a los superhéroes, es de izquierdas y en 1987  en Estados Unidos un par de años antes había saltado el caso Iran-Contra. En este, Estados Unidos no contentos con financiar al gobierno iraní, que tiempos, también ayudó a la Contra nicaragüense  a armarse para poder derrocar al gobierno sandinista.

Si a esto le unimos que Rambo II es del 85 y Rambo III del año siguiente tenemos  las primeras  influencias de Marshal Law. Porque sí, además de mala hostia a raudales, es una obra de critica social.

Pero de las que molan.

La otra influencia clara es la más obvia, los propios cómics de superhéroes. Pat Mills tuvo que vencer su odio a estos para poder analizarlos y usar al protagonista como alter ego para destrozarlos sin compasión.

Y lo hace. vaya que sí lo hace.

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La historia se centra en Marshal Law, cuya identidad secreta es la de Joe Gilmore, un ex supersoldado veterano de guerra en La Zona, situada en una Centroamérica marxista repleta de superhéroes propios. Cuando regresa a la ciudad de San Futuro, construida sobre las ruinas de San Francisco arrasada por el big one,  se dedica a cazar a los supersoldados excedentes como él que forman grupos de superhéroes a la manera de bandas organizadas, ejecutando la justicia de manera brutal y disfrutándola con placer.

A esto debemos añadir los intentos de Marshal Law para desenmascarar al Durmiente, un asesino en serie y violador que ataca a mujeres vestidas de Celeste, la actual novia del Espíritu Público. Este personaje, némesis del protagonista, es la encarnación del sueño americano y el odio que le procesa este es uno de los motores de la narración. Siendo el otro la relación de Gilmore con Lyyn, una vecina que conoció después de que el terremoto derribara la pared que separaba sus respectivos pisos, y con Miss Mallon, regente del colmado al que va a comprar Marshal y madre de su ayudante Danny y con  el padre  O’Brien, capellán de los superhéroes.

La manera que tiene Mills para hacer avanzar la narración  y a su vez conseguir que los personajes, por extremos que nos parezcan, nos importen es utilizar la primera persona a la manera del gordo ese que nos tiene pendientes de su salud hasta que termine la saga.

Esta variedad de puntos de vista enriquece la sátira y permite ahondar en la psicología de los personajes de manera  a la vez que crea matices insospechados como el definir el superpoder del comisario de Policía como el de ser un supermentiroso.

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Por su parte Kevin O´Neill da una lección de como narrar. Porque un dibujante sobre todo lo que tiene que saber es eso. Narrar.

Ya desde el principio del primer capitulo con el primer asesinato del Durmiente nos muestra su talento. Un dibujante no tiene porque ser anatómicamente perfecto, ni hacer mujeres espectaculares con poses imposibles., solo tiene que adecuarse a la historia que esta contando y O’Neill no solo lo hace si no que nos sorprende con muchas elecciones arriesgadas pero solventadas con gran acierto. A la manera de Bill Sienkiewicz si tiene que deformar a un personaje, caricaturizarlo, o idealizarlo por mor de la historia, lo hace siempre de la manera mas satisfactoria para esta.

En definitiva una de las joyas olvidadas de los ochenta que vio su publicación en nuestro país en esos momentos de los noventa en los que Cómics Forum como otras tantas editoriales intentaban abrir el abanico de sus publicaciones para absorber un público más adulto.

Los tebeos se acompañaban con artículos referentes a linea Epic, muy interesantes desde la perspectiva que dan los años y como anécdota no pude evitar una sonrisa al leer una página escrita por Cels Piñol dedicada a las series de televisión que se emitían en Estados Unidos utilizando para ello los medios disponibles en esos tiempos. La revista Amazing Heroes.

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